Reseña escrita por María Luján
Pacabea.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/titulo_0_1362463776.html
“Uno de los campos de la cultura que mayor crecimiento y
profesionalización experimentó en estas últimas décadas de la democracia
argentina fue el de la literatura infantil y juvenil”. La sentencia, de Mateo
Niro abre el prólogo de Entrelíneas (Amauta /Cabiria) en el que se compilan 20
conversaciones con autores de literatura infantil y juvenil de la Argentina y
resulta un verdadero paseo por los libros que han velado por los sueños de
muchas infancias.
La clave de las entrevistas, a cargo del también escritor y
autor de muchos títulos de literatura para niños Mario Méndez, es que todas han
sido abiertas. Cada una de ellas tuvo lugar en el marco del programa de
promoción de la lectura Bibliotecas para armar, del Ministerio de Cultura
porteño, del que participaron docentes, bibliotecarios y padres que, con la
guía de Méndez, discutieron las obras de cada escritor previa a la vista del
mismo, lo que favorece el dinamismo de las charlas.
En una de ellas Márgara Averbach, autora de Jirafa azul,
rinoceronte verde y Las cosas, el gato y yo , entre otras, dispara uno de los
secretos a voces del despegue comercial de los libros para chicos: “Vos
convencés a un maestro y él te vende el libro. Al adulto lo tenés que convencer
uno por uno. A menos que sea un desgraciado estudiante de Letras (risas)”. Así
las cosas.
Todos dicen lo suyo y cada entrevista es distinta porque
permite al lector colarse en los escritorios de Jorge Accame, Adela Basch,
Paula Bombara, Liliana Cinetto, Pablo de Santis, Angeles Durini, Andrea
Ferrari, Eduardo Abel Giménez, Didi Grau, Lucía Laragione, Ricardo Mariño,
Silvia Schujer, Sergio Olguín, Graciela Repún, Antonia Santa Ana, Fernando
Sorrentino, Verónica Sukaczer, Franco Vaccarini, Esteban Valentino, Carlos
Schlaen y Averbach; mirar con ellos a través de las gafas de cristal de la
imaginación y andar hacia atrás, para recuperar las primeras lecturas, las
voces que les legaron los primeros cuentos.
“Empecé a escribir cuando tenía 8 años, enamorándome de un
compañero de colegio. Los años siguientes me enamoraba de otros distintos cada
vez y así seguía escribiendo poemas de amor”, cuenta Adela Basch, autora,
dramaturga, poeta y editora, creadora del sello Abran cancha que –dice– “es un
homenaje al primer libro que escribí. Y también es un mensaje”.
“No recuerdo la llegada de los libros porque estuvieron
siempre. La música y la literatura siempre estuvieron en mi casa y los libros
para mí fueron como un gran refugio, yo ahí podía volar, ahí adentro era todo
magnífico”, evoca Paula Bombara, autora de El mar y la serpiente .
Pablo de Santis, que participó del guión de la súper
producción que llevó El inventor de juegos al cine, cuenta que piensa a través
de imágenes: “En general voy trabajando un poco como cuando uno hace garabatos
en un papel mientras habla por teléfono. La cosa es dar vuelta alrededor de
algo a ver qué puede salir, pensando en las posibilidades narrativas de una
idea”.
Sergio Olguín repasa el argumento de su exitosa novela El
equipo de los sueños , que transcurre en la villa, y bromea: “Fiorito lo
conocí, en ese momento, más bien por fuera, del mismo modo que el personaje de
la novela. Yo nunca me animé a hablarle a la chica rubia esa que entraba a la
villa, o sea que ahí empieza la parte literaria. Eso es mentira. Por eso me
dediqué a la literatura, porque nunca le hablé. Si le hubiera hablado nunca me
hubiera dedicado a escribir”.
Pasajes como esos y muchos otros bien valen el libro que,
además, es una reflexión colectiva sobre aquello a lo que llamamos literatura
infantil.
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