Revista Ñ
Por Daniel Gigena
Poesía. Historia, lengua y el asombro de inmigrantes trazan en “La pura luz”, de Diego Bentivegna, un paisaje con ecos de infancia.
Luego de Las reliquias , poemario de 2012 en el que homenajeaba en la figura de sus ancestros a los inmigrantes italianos que habían llegado a la Argentina con sus sueños esbozados en lenguas dialectales, tan alejados de las guerras como de los escenarios que muchos volverían a ver sólo en sueños, Diego Bentivegna profundiza en La pura luz algunos aspectos que allí podían insinuarse.
El antagonismo entre Europa y América, entre el pasado de oro y el presente, entre el mundo rural y el de las ciudades; también las inesperadas semejanzas en las evocaciones que despierta “la llanura fúnebre” entrevista desde trenes en movimiento: “un tallo que persiste en un paisaje/ de Marte, en un desierto”.

Marina Serrano, autora de Formación Hospitalaria (2006) y La única cosa necesaria (2012) afirma su voz iconoclasta con estas fotos de viajes que estallan en vívidos retratos, en confesiones grabadas a fuego o en situaciones inolvidables.